28 de octubre de 2007

VOLUNTARIAMENTE TRAS LAS REJAS

Dentro de la Universidad Católica existe un grupo de voluntarios llamado Calcuta UC que dedica algunas horas de su semana a ir a la cárcel. Estos jóvenes realizan talleres el propósito que las internas tengan un encierro más placentero. Pero no todos están de acuerdo con su gestión: muchas veces, iniciativas como estas pueden convertirse en blanco de críticas debido a su leve y casi nulo, impacto social.
Por Mariana Valenzuela S.

Después de anotar un par de nombres en su cuaderno, una de las gendarmes sale de su oficina y se para en una de las esquinas del Liceo Santa María Eufrasia. Sin vacilar, procede a realizar su trabajo. “¡Mirna Reyes!”, grita a todo pulmón. “¡Margarita Valenzuela! ¡Marisol Leiva!”, continua como pasando lista. Los gritos se repiten hasta que en el fondo del patio una mujer levanta su mano saludando a quien será su profesor por los próximos 60 minutos. Es hora de ir a clases de matemática.


Emilio Covarrubias es coordinador de Calcuta UC Cárceles y uno de los 30 voluntarios que acude cada semana al Centro Penitenciario Femenino (CPF), en la comuna de San Joaquín. Él, junto a su amigo Miguel, son los encargados de ayudar a Margarita, Marisol y “la señora Mirna” en su ramo de matemáticas en el Liceo que se encuentra dentro de la cárcel. Todos los miércoles, durante una hora, estos jóvenes voluntarios dedicarán su tiempo a enseñar y a acompañar a las reclusas del Centro.
“El profe” comienza a escribir ‘conmutatividad y asociatividad’ en una pizarra que todavía tiene guirnaldas dieciocheras. La sala de clases tiene paredes de madera, con cartulinas de Bernardo O’Higgins y mapas geográficos. Un afiche en papel craft sobre las ‘normas de convivencia’ dentro del aula, llama la atención. Afuera, juegos infantiles y árboles adornan el patio de “La Escuela”, donde varias de las internas toman el sol de la mañana.

Normas de convivencia
- Respeto (por el otro) mutuo
- Escuchar
- Apoyar al otro en situaciones difíciles
- Valorarnos
- Comunicación (decir lo que uno piensa y siente)
- Compartir (sin excesos)
- Tolerancia


El panorama de este patio está muy lejos de ser como la típica visión que se tiene de una cárcel, de encierro y presas con overoles. Sí, hay rejas que rodean el lugar del Liceo, pero las únicas uniformadas son las gendarmes. Mujeres de todas las edades practican deportes en una multicancha, fuman y conversan entre ellas. Nadie amenaza ni mira feo. Todas están siguiendo su rutina diaria, libremente.

Trabajar como la Madre Teresa
Calcuta UC comenzó el año 2003, luego de la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta. Inspirado en gran medida por la labor que ella realizaba con los más necesitados, este proyecto de la Pastoral Universitaria de la Universidad Católica (UC) busca acompañar, dignificar, capacitar y servir a personas que se encuentran no sólo en las cárceles, sino también en hospitales, hogares de ancianos y hogares de niños. “Nuestro objetivo como proyecto es acompañar en el dolor”, cuenta “el profe” Emilio. Es así como buscan dignificar a través de una mirada joven, y bajo el alero del catolicismo, a personas inmersas en situaciones de gran dolor.
En el área Cárceles, Calcuta UC trabaja con 6 centros penitenciarios en dos ciudades del país. En Santiago asiste a la Ex Penitenciaría, Colina 1, el Centro de Detención Preventiva de Puente Alto, el Centro de Observación y Diagnóstico Arrayán y el Centro Penitenciario Femenino. En Concepción, acuden al Centro Penitenciario El Manzano.
En el CPF presentan 15 talleres que se realizan de lunes a viernes, tanto a condenadas como imputadas (mujeres que no han sido condenadas). Estos talleres presentan actividades como reforzamientos en ramos, preparación de la PSU, computación, baile entretenido, gimnasia, manejo de drogas y autoayuda, como en el que trabajan las voluntarias Natalia, Margarita y Pilar.

“Queremos acompañarlas en el proceso del encierro”, declara Natalia Durán al hablar de los objetivos de su taller. La manera en que su grupo lo logra es llevándole a las internas actividades de crecimiento personal para que pasen de manera más entretenida sus tardes.
Cada martes, estas 3 estudiantes de Trabajo Social de la UC cumplen una larga burocracia penitenciaria para ingresar a la cárcel a acompañar a las presas. Un gendarme les abre la puerta y les pide su celular. Más adelante, otro les revisa las carteras y les pide su cédula de identidad, que se quedará retenida hasta que vuelvan a salir, para luego dirigirse a uno de los 13 patios del CPF llamado Esperanza, donde están las imputadas, sus alumnas.


Se informa al público en general que por razones de seguridad se encuentra prohibido a las visitas en general, el ingreso de los siguientes elementos al interior del establecimiento:
-todo tipo de armas blancas de fuego, a fogueo, municiones y explosivos
-gas o diluyente
-lentes de sol, jockey, bufandas, pasamontañas o gorros
-celulares
-zapatos o zapatillas con plataforma
-herramientas
-harina
-envases ni botellas de vidrio
-frutas como peras o manzanas
-cheques, tarjetas de crédito ni montos superiores a 30.000
pesos


Según Natalia, las mujeres que están en ese patio “son primerizas y más tranquilas [que las condenadas]”, hay de todas las edades y en su mayoría son madres. Al estar en calidad de imputadas, es decir, no bajo la jurisdicción de Gendarmería, sino de los Tribunales, éstas chiquillas no tienen derecho a las actividades que la cárcel les puede ofrecer, como trabajo o la posibilidad de seguir sus estudios en el Liceo. Así, el trabajo que realiza tanto ella como sus compañeras es bastante apreciada por las reclusas, quienes no hacen más que fumar y estar echadas durante el día.

A sacar cuentas
Al preguntarles a las internas qué piensan sobre los talleres que realiza Calcuta
, sonreír es su primera reacción. “Es súper gratificante que vengan”, cuenta Margarita Valenzuela, de 60 años y condenada a 5 años y un día. “A uno le sirve ver otras cosas. Uno se despeja y no piensa en lo que pasa allá dentro”, agrega la condenada.

Población Penitenciaria
-Número:
aproximadamente 1100 internas.
-Promedio de edad: 37 años.
-Nivel de Educación: 55% llegó sólo a Educación Básica
.
-Procedencia:
comunas más pobres de Santiago como La Pintana, Lo Espejo, Maipú y Pedro Aguirre Cerda.
-Delitos: más del 50% está detenida por tráfico de drogas y estupefacientes.


María José Mira es una de las Asistentes Sociales que trabaja en el CPF y coordina los talleres de Calcuta con las imputadas. Al igual que Margarita, considera que el impacto ha sido muy positivo, principalmente porque las imputadas no tenían actividades específicas para ellas. Según María José, basta con mirar la asistencia y la participación que han tenido las internas en los talleres para ver el aprecio que tienen hacia ellos. La Coordinadora de Calcuta Cárceles, María de las Nieves Edwards, concuerda con la asistente social y declara que quien guía la pauta en la evaluación de un taller es el feedback: dependiendo del ánimo y la cantidad de internas que asista a un taller, se considera exitoso.

Calidad versus buenas intenciones
Todos los voluntarios de Calcuta UC tienen sus objetivos muy claros: acompañar en el dolor. No les prometen el cielo ni grandes cosas, sólo ofrecen buena compañía y alegría a sus jornadas. Sin embargo, hay entendidos en el área social que consideran que voluntariados como éste no tienen ningún impacto real a largo plazo. “El hecho de que en Chile no existan formas de saber cuál es el impacto de las intervenciones sociales, habla de que éstas no cumplen ciertos estándares de calidad que dicen relación con la rendición de cuentas”, comenta Víctor Orellana, Trabajador Social que actualmente hace una de sus tesis sobre los voluntariados en Chile.
Víctor es enfático al decir que no importa que los voluntarios “sean solidarios, que les indigne la injusticia social o que les de pena”, pues si el voluntariado no se traduce en formas concretas de hacer y de medir ese hacer, lo único que queda es una intervención testimonial, es decir, “el papel aguanta todo”.
Según este Trabajador Social, la mayoría de las intervenciones en Chile cuentan con una ausencia de derecho de las personas intervenidas. “Los que reciben esta oferta de los voluntariados, son mas objetos de caridad que objetos de justicia y más objetos de entrega que objetos de derecho”, comenta Víctor. Agrega que si se pensara primero en los derechos de los individuos, en lo que realmente merecen como seres humanos, lo voluntariados dejarían de trabajar en soluciones parche.
Para Víctor, en Chile existe la clásica visión de que la sola existencia del voluntariado es en sí misma una virtud. Que el sólo hecho de ser universitario y destinar unas horas a la semana ya es bueno. Sin embargo, según él, si esas horas no se traducen en trabajo realmente de calidad, a las internas no les va a quedar nada. “A la gente no le sirven las cosas [sólo] con intención”, señala.


Balances internos
A pesar de todas las críticas que puedan recibir los chicos de Calcuta UC, o cualquier tipo de voluntariado, los voluntarios de los talleres y los coordinadores de este grupo saben que lo que están haciendo tiene un objetivo alternativo a los resultados tangibles o mesurables. “Con el tiempo nos hemos puesto objetivos menos ambiciosos”, afirma Nieves Edwards. “Porque desde una perspectiva social lo que nosotros podemos hacer en términos de reinserción, es muy poco… Al final decimos que nuestro objetivo primero era acompañar, animar, ser sus amigos, hacer que el tiempo que pasan en la cárcel no sea tan degenerativo para ellos [y ellas], poder ayudarlos y, en lo posible, pero ya como un objetivo secundario, darles herramientas y prepararlos para que la reinserción sea mas fácil”, continúa la coordinadora.
Bajo este supuesto, los objetivos de Calcuta UC se cumplen en la medida que las internas se sientan felices con los talleres, les gusten y consideren que les sirven. Pilar Valenzuela, una de las voluntarias que trabaja con las imputadas en el taller de autoayuda, declara que ha notado un cambio de actitud de sus alumnas hacia los talleres. Cuenta que al principio, las internas no sabían de qué se trataba lo que hacían, pero que ahora ya saben que van todos los martes y que se preocupan de asistir y participar.
La Directora del Liceo Santa María Eufrasia considera que Calcuta UC ha hecho un excelente trabajo con las alumnas y ha demostrado ser un gran apoyo para “La Escuela”. “Este Liceo cuenta con muy poco personal y con lo heterogéneas que son las alumnas, en cuanto a edad y conocimiento, hacer una clase se complica”, señala Yolanda Abarca, directora del establecimiento. “Ellos nos ayudan a nivelarlas”, afirmó.
Según la misma directora, estos chicos voluntarios tienen ángel: “Tienen un carisma especial: tienen llegada, son jóvenes dispuestos y respetuosos. Aquí, son muy queridos”. Muchas personas dentro de la cárcel, tanto asistentes como reclusas, piensan que el hecho de que los jóvenes quieran estar ahí, ya es importante y eso, según dicen, se rescata de la juventud. “A pesar de que están estudiando dejan espacio para esto, cuando nadie quiere nada con las reclusas. Ellos se dan el tiempo para venir y aportar algo”, señaló la directora, agradeciendo el trabajo que realizan los jóvenes en la cárcel.


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