9 de septiembre de 2007

CLÁSICO UNIVERSITARIO

Nos vemos a la salida

Ejercicio de Narración escrita: Escena


No sólo pelotas y redes hay en un partido de fútbol. También hay hinchas y algunos están enojados. Afuera de la cancha todo es distinto, pues ya no son 11 jugadores por lado, sino miles. Ya no se usan pelotas, sino piedras y el árbitro pasa a ser la fuerza pública.

La gente está agolpada en la Entrada Pacífico número 10 para ver los últimos minutos del partido. Los chunchos se ven nerviosos. La Cato no alcanza a llenar las graderías de su barra. El Estadio Nacional no está lleno, pero el color azul inunda la mayoría del espacio con cánticos, gritos, silbidos y más de un garabato. Entre la gente del pasillo aparece un joven que mira hacia todos lados. Detiene su vista en un señor de audífonos.
—Tío, tío, ¿sabe cuanto falta?
—Queda un minuto de descuento— responde a la pasada el radioescucha.
El reloj de la pantalla gigante marca las 5:30 p.m. mientras que desde afuera del estadio se escucha el pitazo final: 2-1 gana Universidad Católica. Ambos equipos aspiraban ganar, ahora ambas barras quieren verse las caras. Ha comenzado el tercer tiempo.
1’. La barra de la Universidad de Chile está impaciente. Les han informado por altoparlante que serán los primeros en abandonar el recinto y quieren hacerlo rápido. Bajan las escaleras de la entrada como una manada para llegar a la salida. Los acompañan carabineros de las fuerzas especiales, caballería, carros celulares y zorrillos que tocan sus bocinas al pasar entre la multitud.
El domingo 26 de agosto fue el día escogido para la séptima fecha del Torneo de Clausura del fútbol chileno. Hoy se jugó el Clásico entre la Cato y la U, clásico que hace 6 fechas universitarias, no ganaba la Universidad Católica.
El partido arrancó con un gol de la Universidad de Chile, anotado por Marcelo Salas en el 53’. Pero se puso aún mejor cuando Gary Medel, de la Católica, remató el segundo gol tres minutos después. Al parecer, el primer gol de la U puso energía en el equipo de Carvallo. Finalmente, el tercer gol fue nuevamente realizado por Medel en el 71’. Se convirtió en el rey de la tarde.
11’. Ocho carabineros cuidan la entrada Pacífico 10 del Nacional, cuatro la 11. La gente de la U sale de las graderías con banderas y camisetas azules. Son miles. Los vendedores, esperanzados en deshacerse de la última mercancía gritan “todavía quedan, a mil los de lana”. Carabineros a caballo resguardan el bus que después llevará al equipo católico a su lugar de celebración. La barra de la U se sigue retirando. La manada se dirige a la salida de la calle Grecia donde más carabineros esperan que se retiren del estadio sin ninguna revuelta.
—¿Y quedó puntero la Cato? — dice un caballero de camisa cuadrillé azul, mientras se dirige a la salida.
—Sí po, con 16 (puntos)— respondió su acompañante meneando la cabeza en señal de desaprobación.
30’. Casi al llegar a la salida un grupo de hinchas azules se acerca a la entrada Pacifico sur, por donde saldrá la barra de la Universidad Católica.
—Ven pa’ acá pos cuico culiao’— se acerca uno al área resguardada por los carabineros.
—Andan todos fondeados, cuicos conchetumare— grita otro, señalando sus genitales con su mano que va y viene.
Los caballos galopan para alejar a los rezagados del área mientras tres piedras vuelan por las cabezas de los carabineros. El galope aumenta su velocidad y más carabineros ahuyentan a los jóvenes provocadores. Finalmente la gente se dispersa. Sólo algunos quedan junto al mono pilucho de las afueras del Nacional.
35’. Fuerzas especiales y dos zorrillos entran nuevamente hacia el recinto del Estadio. Tras ellos, se comienzan a cerrar las puertas de salida y a lo lejos se escuchan los cantos y gritos de la barra de los ganadores. El bombo lleva la pauta.
37’. La hinchada del equipo ganador vacía el recinto bajando una gran escalera que se mimetiza con las murallas amarillas y verdes, desgastadas por la humedad. Por unos instantes los hombres se detienen a cantar frente a una cámara de algún medio de televisión. Se ven felices, sin embargo, no exaltados. Caminan al igual que la manada azul y el mismo vendedor de maní que en algún minuto vendió al adversario equipo, ahora se hace la América con los triunfadores hinchas.
Un “ole, ole, ole, oli, ahora viene el ceatoleí” emerge espontáneamente en la caminata hacia la salida de Maratón. Afuera esperan carabineros, pero no tantos como los que esperaban a la U. Una fila de 10 pacos impide la salida hacia la calle Pedro de Valdivia que corta con Grecia. Es que se quiere evitar problemas a toda costa.
42’. Después de que la multitud celeste se aleja del Nacional, un par de jóvenes solitarios logra sobrepasar la barrera de carabineros y caminar por Maratón hacia el sur. Un vendedor los detiene amigablemente.
—¿Sánguche de potito chiquillos? Lo más sano.
—No gracias— responde la pareja.
—¿Queda mucha gente adentro?
—No, ya salieron todos— responden los jóvenes mientras caminan.
45’. A lo lejos los carabineros todavía siguen en formación mientras el sonido de una sirena pone fin al encuentro universitario.


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