30 de noviembre de 2007

Entrevista a Patricio Guzmán:

El recreo después de 11 años

Menos documentales, bajos salarios, cuatro días de Festival y pocos invitados. Eso significó para Patricio Guzmán la baja de 10 millones de pesos que realizó el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes al Festival de Documentales de Santiago (Fidocs) de este año. Una baja que lo llevó también a renunciar a su cargo como Director, pero que, sin embargo, no lo alejará de su musa inspiradora: Chile.
Por Mariana Valenzuela

Patricio Guzmán no quiere desgastarse más ni andar corriendo. A pesar de que este año se presentó uno de los mejores festivales de la serie del Fidocs, el realizador chileno-español quiere dejar de lado por un tiempo esta actividad que lo mantuvo amarrado a Chile por 11 años. Su relajada pero seria mirada esconde, tal vez, años de esfuerzo por intentar que el documental se posicionara en Chile. Años de viajes y de lobbies que acabaron el pasado sábado 24 de noviembre cuando Guzmán le dijo adiós al Directorio del Festival.

― ¿Cuál es la razón principal de su renuncia al Fidocs?
― Renuncié porque el Fondart nos quitó 10 millones [del dinero que nos daban] y ya con los 30 que teníamos funcionábamos mal. Nunca alcanzaba para todo y siempre nos proponíamos cosas que no podíamos hacer. Nunca salíamos de esa especie de impasse: ni crecer ni desaparecer. Y sobretodo renuncié porque, una vez que se terminaba el Festival, todo el mundo se dispersaba, cada uno se iba para su lado. Volver a remontarlo es un esfuerzo, año tras año. Cada vez que yo me dirigía a la gente del Festival, en épocas que no correspondían al Festival, era como si no existiera nada.
En Chile, hay una tendencia a preparar las cosas con muy poca anticipación, a trabajar como loco en la noche, de madrugada. Las cosas salen, pero a un alto costo físico. No podía continuar con este ritmo desenfrenado. Yo vivo en un mundo completamente diferente y eso cae mal aquí, porque da la impresión de que soy muy rígido o pido cosas imposibles.

― ¿Se aburrió de la metodología de trabajo?
― Un poco, sí. Pero en esa metodología me incluyo yo. También soy responsable por el hecho de no vivir en Chile. Es completamente anecdótico que yo haya podido dirigir durante 11 años un festival viviendo a 12 mil kilómetros de distancia. Algún día tenía que hacer crisis.

― ¿Qué razones dio el Fondart para reducir el monto?
― Nunca dan razones. Te dicen ‘se atrasaron en dar el último informe’, ‘el informe fue rechazado porque había facturas que no correspondían’. Cuestiones de procedimiento, de reglamento, de administración…

― Burocracia…
― Claro, y encuentro que también es importante cumplir con esos requisitos. Pero durante 11 años hemos entregado al público un trabajo documental único y no entiendo por qué, si un año el Jefe Técnico (Rodrigo Arellano el año pasado) falló en algunas cuestiones de rendición, se nos va a castigar a todo el resto con 10 millones menos. Eso es un régimen escolar, como cuando se castiga a un niño.

― Según usted, ¿cómo funcionaría bien el Fidocs?
― Yo no sé si aquí existe la figura de pagarle a una persona continuadamente durante todo un año, para que se encargue del Fidocs durante los 12 meses. Así se podría. Porque hay muchas actividades que se pueden hacer, sobretodo en provincia, si las películas estuvieran en un cajón y una persona viajara con ellas.

El ojo critico
Exiliado a los 32 años, Patricio Guzmán tuvo la oportunidad de experimentar el mundo audiovisual desde una perspectiva europea. Aquello permite que hoy, el mayor documentalista chileno pueda mirar, comparar y criticar el país donde inició su carrera como documentalista.

― ¿Siente que esté mejorando la calidad de los trabajos audiovisuales chilenos?
― Están mejor. En la ficción y en el documental también. Pero ocurre que no hay dónde darlos. La televisión chilena no pasa documentales chilenos ni pasa documentales problemáticos, con crítica, de los mapuches… la memoria histórica. Si tocas a un prócer de la patria, de la Iglesia o de la homosexualidad, se mueren de susto. Esos temas que son comunes en otros países, tú los tocas aquí y parece que encendieras la mecha de una bomba. Eso hace que el documental no encuentre su espacio en la televisión. Hay un grupo de realizadores buenos, cada vez mejores, pero ninguna película se puede mostrar en ninguna parte.

― Sin embargo, lo que pasa en otros países es lo contrario. Esos temas sí llaman la atención, en Francia sí llevan gente a las salas. ¿Estamos atrasados los chilenos?
― Sí. El público documental es un trabajo de hormiga. Si tú presentas 20 películas muy buenas aún así la gente no sabe de qué se tratan. Por el director no se pueden guiar y como no hay actores, tampoco. Entonces, es un trabajo de ladrillo tras ladrillo. Si a un pequeño público tú le presentas un documental y les haces saborearlo, ese va llamando a otro y a otro y, al cabo de 10 años, tienes un público. [En Chile] nosotros tenemos uno, pero es pequeño, de 30 personas por función.

― ¿Cuál es, entonces, la expectativa de un documentalista chileno? ¿Salir de Chile o quedarse acá y luchar contra la marea?
― Buena pregunta (reflexiona). Yo creo que es mejor quedarse porque hay que construir aquí una red, terminar ganándole a la corriente. Hay que luchar por el documental aquí dentro y, por su puesto, si ganas premios fuera, tanto mejor.

― Ser profeta en su tierra. Cosa difícil…
― Sí. Mira, ninguna película mía se ha pasado por la televisión [chilena]. Nunca, nunca. Y yo tengo 12 películas que van de La batalla de Chile hasta Mi Julio Verne y algunas de ellas son completamente apolíticas, como Madrid, [Isla de] Robinson Crusoe, Mi Julio Verne y tampoco las han comprado.

― ¿Siente que hay un estigma en Chile con sus documentales?
― No, no me siento estigmatizado, pero de alguna manera veo que algo pasa. Les caigo mal, pensarán que vivo fuera y que tengo mucho dinero…no lo sé. Además mi temática principal es Chile y va a seguir siendo Chile.

― Es irónico…
― Sí, eso no tiene explicación. Esa es una falla del Estado con un artista. Así como hay un montón de otros artistas que nunca fueron reconocidos.

― ¿Le cuesta volver a Chile con su trabajo? ¿Hay feedback?
― Mmm… (duda). Sí, claro que hay. Si la gente con [Salvador] Allende llenó las salas. Además que el Festival me permitió estrenar todas mis películas porque si no, tampoco se hubieran estrenado. Se pasó Allende, [El caso] Pinochet, La memoria obstinada. Todas se presentaron en el Festival. Yo me decía muchas veces ‘para que mis películas se vean en Chile hay que organizar un Festival’, si no, nadie te las muestra (risas).

― ¿Está buscando un sucesor que ocupe su cargo en el Festival?
― No, lo que queremos hacer es formar un grupo y que ese grupo se rote en el Directorio. Eso es muy útil, porque cuando el Director es fijo el trabajo se lo dan sólo a él. En cambio, si se rota, todos van adiestrándose y nadie se puede quedar dormido. Como yo hice 11 años la dirección, ahora a lo mejor me doy un recreo (ríe).

― ¿Le gustaría volver a ser parte del Directorio?
― Me gustaría ayudar, en lo que venga. Pero no dirigir, porque quién lo haga tiene que ser una persona de aquí.

― ¿Tiene algún otro proyecto en mente?
― Estoy trabajando en una película sobre Chile, el Chile actual. Me está costando encontrar dinero porque me dicen que haga una película de Afganistán, de Irán, de la guerra israelí-palestina, de los conflictos que hay hoy día y no otra vez sobre Chile. Los franceses me dicen ‘¿de nuevo Chile?’. El tema periodístico nunca me ha calentado demasiado, pero hay muchos jóvenes dispuestos a meterse en el frente de combate. Son temas muy de corresponsal de guerra. Pero hay otros temas que me atraen mucho, como la temática española.

― ¿Próximos planes?
Me voy muy pronto, el domingo [2 de diciembre]. Pero esta semana tenemos otro Fidocs. Es bien paradojal porque [este año] teníamos menos plata y en Rancagua un documentalista, Hernán Castro, se consiguió dinero en la Municipalidad para mostrar las películas en un cine. Y en Valparaíso también. Los documentales se van a exhibir en una sala universitaria gracias a Cristóbal Vicente. Imagínate. A pulso y completamente gratuito. Una labor de pura amistad. Si nos querían eliminar, hemos crecido en la crisis.


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